Por Pamela Bellagamba
La frontera entre matrimonio forzado y concertado abre un debate e ilumina zonas grises de difícil definición.
No quiero cuestionar la legitimidad de los matrimonios concertados entre dos personas que llegan a contraer ese contrato con voluntad clara y manifiesta, sino considerar aquellas situaciones donde se llega a la aceptación de una imposición por motivos ajenos a la voluntad pero tampoco hay evidente coacción como para determinar la existencia de un delito.